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Te esperaré, hermana, escribió, de su puño y letra, Claudia Severa a su amiga
Sulpicia Lepidina, en la invitación a la celebración de su cumpleaños en un fuerte
perdido junto al muro de Adriano. Son los suyos dos nombres de los muchos que mencionará este libro. Nombres de esclavas o de emperatrices, de niñas o de
ancianas, de trabajadoras o de sacerdotisas, célebres algunos, pero casi desconocidos
la mayoría. Las mujeres romanas, como cualquier mujer en cualquier sociedad,
tenían diferentes formas de vivir, pensar y sentir. No existe la mujer romana,
existen muchas formas de ser mujer en Roma. Una campesina de Hispania no
tenía las mismas preocupaciones vitales que una rica matrona romana, pero algunas
líneas las unían a todas: los peligros del parto, el sometimiento a la legislación, la
visión masculina, las normas morales y sociales que las constreñían? No sabemos
demasiado sobre ellas, a menudo poco más que un nombre sobre una desgastada
lápida, no r