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El covid-19 contagió y causó la muerte de millones de personas, paralizó las ciudades y la economía. Encontrar una vacuna en tiempo récord se consideró la última esperanza para frenar una pandemia sin control, y así fue anunciado por todos los gobiernos del mundo.
Grandes corporaciones como Pfizer, BioNTech o Moderna desarrollaron vacunas basadas en ARN mensajero sintético, una biotecnología potente y prometedora, pero de la que todavía conocemos muy poco y que nos modifica genéticamente. Sin embargo, se suministró masivamente antes de recabar datos esenciales, en procesos poco transparentes y sin completar las fases de control habituales.
Alexandra Henrion Caude, un fenómeno editorial en Francia, se pregunta por las numerosas incógnitas de esta decisión, y critica el enorme riesgo de dejar en manos de intereses políticos y corporativos la genética, la salud y la vida de las personas.
No soy una defensora de la teoría de la conspiración, sino una genetista preocupada. En este