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Son muchos los millones de ciudadanos del mundo que se interesan por Dios. Y, sin embargo, son también bastantes los millones de personas que no quieren saber nada de lo divino, lo sagrado, lo religioso. Se ha dicho con razón que la actual crisis de la fe en Dios solo ha podido desencadenarse debido a la forma falseada de pensar a Dios y de vivir la relación con él. Por definición, Dios es el Trascendente. Precisamente porque nos trasciende, Dios no está al alcance del hombre, ni se puede saber cómo es Dios en sí, porque a Dios nadie lo ha visto jamás (Juan 1, 18). Lo que se piensa y se dice de Dios son las representaciones que los humanos nos hacemos de él. Pero ocurre que a Dios nos lo representamos mal. A Dios se le ha representado como infinitamente poderoso e infinitamente bueno. Pero no es posible conciliar ambas cosas, si es que este mundo, donde hay tanto sufrimiento, tiene algo que ver con Dios.
Al no poder cuadrar las ideas humanas sobre Dios con la realidad tan calamitosa