Description
En aquella vivienda del segundo izquierda del número 109 de la calle de Fuencarral sólo había dos mujeres, y una de ellas, Luciana, estaba muerta. Cuando la policía entró en la vivienda en la madrugada del día 2 de julio de 1888 halló tendida en la cocina a una mujer que se encontraba al lado de un perro que ni ladró, ni se movió. Preguntada por su nombre, dijo llamarse Higinia Balaguer, era la criada. Dijo ser natural de Ainzón, en la provincia de Zaragoza, añadiendo que contaba con veintisiete años de edad y que era soltera. No había señales de que se hubiera forzado la puerta de entrada y, después del minucioso reconocimiento, efectuado bajo la supervisión del juez de guardia, nada indicaba que el móvil del crimen fuera el robo. Desde las primeras crónicas que se escribieron a vuela pluma, todo parecía señalar hacia la criada. Según La Época, tenía una de esas fisonomías que a primera vista predisponen desfavorablemente (...): alta, delgada, quebrada de color, pelo negro, mirada err