Description
Hacía pocas horas, vecinos de una finca cercana, alertados por un olor repulsivo, habían descubierto un cuerpo entre las cañas. María se abrió paso violentamente entre los agentes que custodiaban el pequeño cadáver, y antes de llegar a él, reparó en la gorra que descansaba a su lado, reconociéndola.
-Es mi hijo! Mi hijo del alma!- gritó con lágrimas en los ojos.
En una rápida ojeada los agentes entendieron que el niño llevaba muerto varios días, dado su avanzado estado de descomposición. Medio rostro estaba comido por los gusanos, los cuales estaban pasando a devorar el otro lado. El espectáculo era horrendo. A pesar de la putrefacción del tejido epitelial, no pasaron desapercibidas una gran herida en la cabeza y en otras partes del cuerpo. Un corte horrible de unos dieciocho centímetros partía de derecha a izquierda del cuello, y llegaba hasta la columna vertebral.
Una vez instruidas las necesarias diligencias por parte del juez, se ordenó el levantamiento del cadáver. La des