Description
El 17 de julio de 1936, el sacerdote Marino Ayerra Redín llegaba a Altsasu, villa con "merecida fama de republicanismo de izquierda en el fondo monárquico y derechista que domina toda Navarra", para hacerse cargo de la parroquia. Tan solo un día después, sus feligreses tenían que huir al monte, le empezaban a llover muertos en las cunetas, los sublevados tomaban las calles del pueblo con ametralladoras y se le amontonaban las confesiones de crímenes cometidos de boca de falangistas y requetés. Los que pudieron huir no lo vivieron y el calvario de los que se quedaron lo guarda aún la sima de Otsoportillo. Años después, a miles de kilómetros y con los hábitos ya colgados, Ayerra dará voz a todos ellos en este No me avergoncé del Evangelio, las memorias de un párroco que se irá desgarrando y rebelando ante el papel colaboracionista de la jerarquía eclesiástica en tan sangrienta cruzada. Una pieza de indudable valor histórico que constituye una de las fuentes primarias más importantes para