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Por qué finalizó la Segunda República en una cruel Guerra Civil? Pudo haberse evitado? Quiénes fueron los principales incendiarios de la gran conflagración que enfrentó a los españoles? Son la Segunda República, sus gobiernos y sus políticos responsables de la confrontación abierta que nos llevó a la guerra? La presente obra tiene una respuesta clara. Fue el sectarismo de los políticos republicanos el principal responsable del violento desenlace de la República. La falta de libertad de expresión, por ejemplo, fue una constante. La Ley de Defensa de la República del 1931 y la Ley de Orden Público del 1933 fueron usadas como arma de represión tanto por el ministro de la Gobernación como por los gobernadores civiles. Desgraciadamente, fue el propio Estado el que propició la violencia, tanto por parte de los revolucionarios de izquierda como por los extremistas de derechas. Y, como muestra, las sucesivas quemas de iglesias y conventos desde mayo de 1931 hasta el asesinato de Calvo Sotelo e

La Segunda República origen de la Guerra Civil

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Por qué finalizó la Segunda República en una cruel Guerra Civil? Pudo haberse evitado? Quiénes fueron los principales incendiarios de... Read more

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    ISBN13: 9788411318082, 978-8411318082
    ISBN10: 8411318087
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    Por qué finalizó la Segunda República en una cruel Guerra Civil? Pudo haberse evitado? Quiénes fueron los principales incendiarios de la gran conflagración que enfrentó a los españoles? Son la Segunda República, sus gobiernos y sus políticos responsables de la confrontación abierta que nos llevó a la guerra? La presente obra tiene una respuesta clara. Fue el sectarismo de los políticos republicanos el principal responsable del violento desenlace de la República. La falta de libertad de expresión, por ejemplo, fue una constante. La Ley de Defensa de la República del 1931 y la Ley de Orden Público del 1933 fueron usadas como arma de represión tanto por el ministro de la Gobernación como por los gobernadores civiles. Desgraciadamente, fue el propio Estado el que propició la violencia, tanto por parte de los revolucionarios de izquierda como por los extremistas de derechas. Y, como muestra, las sucesivas quemas de iglesias y conventos desde mayo de 1931 hasta el asesinato de Calvo Sotelo e

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