Description
Cuando nació allí Vicenzo Cardarelli, el primero de mayo de 1887, Corneto aún se seguía llamando Corneto, y no como se llamaría después, más poéticamente, Tarquinia, en recuerdo de su pasado etrusco. Tampoco Cardarelli, al tiempo de su inscripción en el registro de nacimientos, se llamaba así, sino Nazzareno Caldarelli. Se ve que ambos, la ciudad y el hombre, buscaron inventarse, o reinventarse un poco. Es decir, encontrarse, que es lo que etimológicamente significa esto de inventarse. Sólo un año mayor que F. Pessoa o que T. S. Eliot, era seis años más joven que Juan Ramón Jiménez. Cantidades despreciables, que lo serán aún más a medida que pasen los años.
Frente a la anarquía de las vanguardias y al desorden del futurismo, Cardarelli reivindicó una poesía discursiva e inteligible. Admiró a Baudelaire y renegó de Valéry. Y fue él quien lanzó a sus compatriotas la siempre sensata consigna de volver a Leopardi. Dejó, además de su poesía, una notable obra en prosa, memorialística, crí