Description
El ejercicio de la caza menor es uno de los mayores placeres y diversiones de los aficionados; nada les entusiasma tanto, nada les hace olvidar las desazones e incomodidades de la vida doméstica y social, y nada fortifica, desarrolla, endurece y da agilidad al cuerpo humano, como el ejercicio de la caza. Al cazador de la portada (que vivió entre 1910 y 2008 y que cazó hasta los noventa) se le podría haber aplicado lo que dice el libro del siglo XIX que editamos. Todavía en el año 2002, a través de su hijo Germán, mandó una carta a Miguel Delibes dándole las gracias por sus libros que tanto le habían hecho disfrutar y diciéndole lo mucho que le gustaría ir a cazar con él. Delibes, que era un poco más joven, le contestó envíandole dedicado su libro El último coto, un diario de caza en el que se había despedido de este deporte: A mi amigo Germán Rueda, con un fuerte abrazo de su coetáneo, Miguel Delibes: 10