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En mitad la crueldad más absurda, el relato digno y valiente de Samer nos reconcilia con la condición humana, David Jiménez
Desde que el Estado Islámico ocupara Raqa, al este de Siria, la ciudad se ha convertido en una de las más aisladas y peligrosas del planeta.
La venta de televisores está prohibida, vestir pantalones más cortos de lo establecido es un delito sancionable y el uso del teléfono móvil se considera un crimen imperdonable.
No se le permite la entrada a ningún periodista y hablar con un medio de comunicación occidental conlleva la pena de muerte por decapitación.
A pesar de todo esto, tras varios meses de conversaciones arriesgadas y, a menudo, interrumpidas, la BBC pudo contactar con un pequeño grupo de activistas, Al-Sharqiya 24. Finalmente, demostrando gran valentía, uno de sus miembros aceptó escribir un diario personal sobre sus vivencias.
Tras haber visto a amigos y familiares masacrados, la vida de su comunidad destrozada y la economía local arruinada por