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Ser madre o padre es una de de las tareas más importantes y a la vez una de las más complejas de todas las actividades humanas. Cómo se llega a ser una buena madre o un buen padre? Por una parte, se aprende a serlo sin que se enseñe de una manera explícita, pero además las competencias parentales se adquieren de una manera implícita, desde el momento mismo del nacimiento, incluso desde la vida intrauterina. Hoy sabemos que las capacidades de apegarse y empatizar son fundamentales para ser una madre o un padre suficientemente bueno y que estas capacidades emergen en la maravillosa experiencia de la impronta, del apego y del buen trato. Los buenos tratos a la infancia y las competencias parentales son parte de un mismo proceso. Estas páginas están dirigidas a describir este proceso y su corolario: cuando las historias de vida y los contextos sociales y culturales no permiten que los adultos adquieran esas competencias, existe un riesgo que reaccionen inadecuadamente con sus hijos o hijas