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Para el rico siempre será peligroso que el pobre encuentre su fe porque entiende ésta como una amenaza contra sus seguridades y poderes adquiridos, por lo que ha decidido comprarla y devolverla como una moneda adulterada que sirve a sus propios intereses. Ya no será fe sino creencia, cuyo objeto es un Dios garante del orden establecido impuesto por los poderosos, de la sumisión, la obediencia y la moral clasista. Un dios que garantizará los pactos de religión con el poder de los Estados, las inquisiciones medievales y las de ahora, que impondrá dogmas oscurantistas, al igual que las sectas, sólo accesibles a teólogos y eclesiásticos, pero no al pueblo...
Así lo han descubierto, por ejemplo, las Madres Unidas contra la Droga, expoliadas más allá de cualquier bien, en lo suyo más íntimo, en sus propios hijos. Al tener a sus hijos como supremo valor, venden lo que tienen por salvar sus vidas de tanto destrozo. No hay cárcel que no conozcan, juzgado que no hayan pisado, enfrentamiento co