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Tal es el grado de desconocimiento de nuestra historia naval que el
simple título de este trabajo parecerá a muchos una contradicción,
porque el sustantivo ?corsario? no puede ir acompañado del gentilicio
?español?. A consolidar esta percepción, ha contribuido la imagen acuñada
por la literatura y el cine. Al contrario, como esperamos demostrar en estas
páginas, en España hubo numerosos corsarios y de gran éxito.
Conviene aclarar que un corsario era algo muy diferente de un pirata. El
corsario se trataba de un particular que, por las razones que fuesen, había
obtenido una patente o permiso del rey para atacar y apresar
embarcaciones de países enemigos, tras haber depositado previamente
una fi anza, y comprometiéndose a cumplir una serie de normas tanto en
lo que se refi ere a quién podría atacar, al comportamiento con los vencidos,
al reparto del botín apresado, etc.
Eran los españoles o los súbditos de la monarquía hispana poco proclives
a ded